lunes, 26 de octubre de 2009

Festival de Sitges 2009: Ip Man (2008) de Wilson Yip



Con Ip Man comenzamos una serie de reseñas de algunas de las películas asiáticas vistas en el pasado Festival de Cine Fantástico de Sitges 2009. Festival en el que se alzó con el premio a la Mejor Película de la sección Orient Express. Estrenada en Hong Kong en diciembre pasado, estuvo nominada a 12 categorías en los premios del cine hongkonés consiguiendo el de Mejor Película y Mejor Coreografía de Acción para Sammo Hung y Tony Leung Siu-Hung.

Además para el año que viene, 2010, está previsto el estreno de la segunda parte, con el personaje ya en Hong Kong y entrenando a un joven Bruce Lee. Tanto el director, Wilson Yip, el guionista Edmond Wong y el protagonista, Donnie Yen repetirán en la esperada secuela.

Entrando en materia, en Ip Man no se encuentra un biopic al uso ni tampoco una película de artes marciales típica, en su lugar hallamos a un maestro de artes marciales sin alumnos de vida tranquila y hogareña pero que no puede dejar de lado su pasión, que es luchar, a pesar de sacar de quicio a su esposa en ocasiones por su poca atención hacia el hijo de ambos. Ip, al inicio de la película, vive de manera lujosa, en una mansión con servidumbre, y las circunstancias de la vida le hacen acabar trabajando en condiciones lastimosas.

La película se divide en dos mitades, la primera llega hasta la invasión japonesa de China, con el momento culminante de Ip luchando contra el jefe de los bandidos, desprovisto este de cualquier honor y al que Ip da una lección de valentía y de fuerza. Esta es la parte simpática de la película, más desenfadada y colorista, la menos dramática. Con un Ip más divertido y sonriente, con esas miradas hacia su mujer rechazando el duelo a pesar de desearlo, que sólo aceptará cuando su mujer le de el beneplácito. En este segmento las interpretaciones son menos incisivas, es momentod e presentación de personajes y no se trasciende.

Pero a partir de la mentada invasión, la película pasa a la oscuridad, la fotografía es más dura, áspera, Ip ha perdido su, digamos, inocencia y tiene que trabajar duro en la mina para sacar adelante a su familia, sumida en la pobreza como tantas otras familias chinas de la época antaño prosperas. Aquí es cuando los intérpretes de la película actuan con otra dimensión, salen a relucir las expresiones y los sentimientos, y Donnie Yen efectúa una composición de contrastes, siempre educado y afable pero que no dudará en luchar contra las injusticias, y en especial la crueldad de los mandos japoneses, matando a varios de los amigos de Ip.

Aquí, en este segmento, llega la espectacularidad de las artes marciales, estupendamente coregrafiadas por el mítico Sammo Hung y Tony Leung Siu-hung, con el punto culminante en el que Ip pide luchar contra 10 soldados japoneses a los que derrota con suma facilidad gracias a su rabia interior canalizada en su cuerpo. Quizás el mayor fallo de la película sea su corta duración ya que da la sensación de tocar algunos temas de pasada y no profundizar en el contexto histórico en el que se encuentran, pero que de ninguna manera hace que sea una mala película sino todo lo contrario.

Y a diferencia de otros biopics de estrellas de artes marciales, aquí Donnie Yen hace una soberbia composición del personaje lleno de matices pero con una idea clara, luchar contra las injusticias y no dejarse pisotear por nadie. Una gran manera de pensar para un gran personaje, con muchas ganas de verlo de nuevo en Ip Man 2.

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